Hace ya 6 meses que estamos aquí en Nueva Zelanda, el tiempo vuela las experiencias se aglomeran y es necesario parar para integrar y para reponer nuestra cuenta corriente. En ese momento llegamos a Wanaka y a pesar de las opiniones que nos informaron de lo difícil de encontrar trabajo porque ya no era temporada alta nosotr@s nos pusimos manos a la obra y dos días más tarde estábamos trabajando en un hotel como housekeeper.
Casi dos meses y muchas camas después nuestra lista de aprendizajes sigue aumentando:
- Una única opinión no es la verdad absoluta. Al ir a pasar la revisión con la furgoneta nos detectan un problema que no tenemos por el que nos piden 2000$, primero entramos en pánico, pero después preguntamos a nuestro alrededor y nos sorprende gratamente el descubrir que hay distintas personas dispuestas a ayudarnos. Así, unos días más tarde y simplemente cambiando de mecánico estaba todo solucionado.
-El dinero no da la felicidad. Trabajando dos horas al día a cambio de alojamiento en un eco-albergue de lujo, con dueños que trabajan tanto que ni siquiera tienen tiempo de disfrutar de las instalaciones, que tienen una persona que les cuida el jardín con un huerto y arboles frutales ecológicos pero que ni siquiera prueban los frutos de la cosecha.
- Al final de nuestra estancia la persona que dirigía el lugar en un par de ocasiones, en vez de preguntar, simplemente dió por supuesto que NO habíamos trabajado. Por estos detalles nos fuimos antes de lo acordado, cosa que en un principió nos trastornó por tener que buscar un nuevo alojamiento en tiempo record, pero que después se resolvió de la mejor manera posible porque nos permitió pasar nuestros últimos días en casa de Paolo y Ruth, un lujo el poder compartir este tiempo con ell@s, donde hemos aprendido sobre cocina, chimeneas, cultivo... Aquí nos damos cuenta del poder de nuestras palabras, de lo negativo de suponer sin preguntar, así como la importancia de valorar el trabajo de los demás y de nuevo vemos que no hay que conformarse con situaciones que no compartes, que algo mejor te espera detrás aunque al principio descoloque.
- En nuestro tiempo en el hotel hemos aprendido que no cuesta tanto hacer el trabajo fácil a los demás y que las personas lo agradecen, así como: da siempre el máximo de ti mismo y las recompensas, aun sin esperarlas, llegan. Realmente hemos disfrutado trabajando aquí, sobre todo por la compañía, con quienes hemos: limpiado, cantado, bebido, reído, hablado y sobre todo comido.
- En el hotel donde estábamos celebraban muchas bodas y ha sido realmente chocante el ver un día a las personas impecables vestidas de gala y descubrir al día siguiente unas habitaciones especialmente sucias. Te das cuentas de las incongruencias de una sociedad basada simplemente en el aparentar aquello que no somos.
- Los últimos días los pasamos en casa de Paolo, un cocinero que conocimos en el Luminate enamorado de la cocina sobre todo la italiana. En muchas ocasiones nos dimos cuenta de que Paolo sabía más de recetas tradicionales de nuestros lugares de origen que nosotr@s mism@s. Esto ha despertado nuestro interés por aprender un poco más de nuestra propia cultura, por valorar nuestros propios países de nacimiento y sus costumbres.