Ultimos dos meses en Nueva Zelanda - Mana, Vipassana and Aio Wira
Nuestra última etapa en Nueva Zelanda está cargada de aprendizajes:
- Nuestro primer aprendizaje es: da la bienvenida a lo que llega a tu vida, acepta lo nuevo.
Cuando llegamos a Mana, donde pasamos más de un mes, nada más bajar de Whenua (nuestra furgo y compañera) nos encontramos con un grupo de personas que nos llaman por nuestro nombre y nos abrazan, nos estaban esperando. En ese momento, nos miramos y nos damos cuenta de que, en cierto modo, hemos llegado a casa.
- La importancia de compartir momentos de silencio, apaciguar el murmullo mental
Cada día nuestra jornada empieza sentandonos en silencio cogid@s de las manos y simplemente respirando y sintiendo por 15 minutos, para después compartir lo que queramos sabiendo que el grupo nos arropa, nos cuida y nos apoya, aquí es muy fácil ser un@ mism@. Después de Mana además estuvimos en un retiro de silencio y meditación (VIPASSANA) por 10 días lo que nos ha servido, entre otras cosas, para ser conscientes de que en muchas ocasiones somos exclav@s de nuestra propia mente, pero que es posible revertir esta situación y vivir de una forma más auténtica y feliz.
- Y aunque a veces nos cuesta despedirnos de un lugar, persona, proyecto... hemos aprendido que para que haya principios es necesario que haya finales
Al momento de nuestra llegada a Mana algunas personas terminaban su etapa en este lugar mágico, así desde el principio aprendemos que la vida está llena de principios y de finales, por eso, entre lagrimas, sonrisas y canciones, saludamos a las personas que se van y acogemos a las que llegan.
- También confirmamos la importancia de cerrar etapas de forma consciente ya sea con despedidas, ceremonias o de formas más creativas.
En nuestro caso lo hacemos volviendo al primer centro en el que estuvimos, Aio Wira, para terminar nuestra etapa en Nueva Zelanda en el mismo lugar en el que empezamos cerrando así el círculo, nos reencontranos con Di, con el centro, con los huespedes y con Nana.
- Y de nuevo nos damos cuenta de que lo maravilloso de la vida está en las cosas sencillas y en muchos casos son gratis.
En esta última etapa nuestra vida se sucede de una forma sencilla: meditaciones, conversaciones, libros, abrazos, malabares, paseos por la playa, cocinar, saunas, trabajo físico que te hace sentir los músculos y conversaciones profundas con personas que sientes que conoces de toda la vida, limpiar, bailar... Aquí Lucía descubre un tipo de danza que le llega al alma, con la que es fácil sentirse y que le sigue acompañando, mientras que Antonio perfecciona su estilo con la guitarra.
- Y nuestro último aprendizaje de esta etapa es que a veces es difícil mantener el equilibrio, pero compartiendo los problemas se hacen más ligeros.
Intentar vender la furgoneta en temporada baja es más difícil de lo que habíamos creído, al final bajamos bastante el precio, la vendemos y aun así tenemos algún problema con las personas que la compran. En un principio se hace un abismo pero lo compartimos con las personas del centro y tanto Di como las huespedes nos ayudan a ver las cosas más claras, dándonos consejos sobre cómo actuarían ellas en nuestro lugar. Nuestra conclusión del proceso es que no seremos ric@s pero seremos felices 